Los seres humano en el
transcurso de nuestra existencia vivenciamos la tristeza por diversos motivos o
por situaciones coyunturales que se van presentando en el camino de la vida,
donde está es más o menos intensa, lo cierto es que la experimentamos cuando vivenciamos
duelos, rupturas amorosas y en la soledad, en esta ultima la tristeza es un
paso a seguir para lograr la aceptación de mi soledad que en su momento es dura,
pero a medida que voy permitiéndome vivir las emociones en especial la tristeza
le podemos sacar provecho.
Partiendo de lo antes
mencionado, la tristeza es una sensación particular que embarga a todo ser
humano, en la que no quieres hacer nada, no quieres decir nada y ver las cosas de
un color gris hasta el punto que esta emoción puede desembocar según la
intensidad en llanto, ya que esa tristeza nos recuerda que esta circunstancia
que estoy viviendo no es como quiero sino de una forma muy distinta causándome
estas sensaciones, además, de reconocer que a lo mejor nunca será como quiero,
por ende, debo sentir al máximo la tristeza pero no para quedarme allí
anclando, sino para descubrir que soy un ser humano que no todo lo tiene como
lo quiere, que habrán situaciones duras que me golpean, pero sobre todo nos
recuerda la tristeza que soy un individuo que siente emociones y sensaciones
que no son nada agradables pero necesarias para crecer de manera integral.
Por lo tanto, la tristeza es
parte del ser humano que nos recuerda que la vida es más que felicidad y
alegría, es decir que en la felicidad se puede encontrar la tristeza
ayudándonos a reconocer nuestras limitaciones con la salvedad de que cuando la
vivo y la reconozco ella nos acerca un paso más a la aceptación de mi realidad
existencial como lo puede ser la soledad.
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