En las ultimas reflexiones me
he centrado en la soledad como oportunidad que tenemos los seres humanos para
crecer cuando se presenta, resaltando que es una de las sensaciones más usuales
de los últimos tiempos en los individuos al punto que en Reino Unido se ha
credo una secretaria o ministerio ya que se visualiza como política de salud pública,
dentro esta sensación se viven varias emociones centrándome en el último
escrito en la tristeza, que es clave para poder avanzar en el crecimiento desde
la soledad.
Partiendo de lo antes
mencionado, cuando se está avanzando en el proceso de la soledad se llega a
un punto fundamental como es la
ACEPTACION, la cual se refiere como aquella sensación donde me rindo ante lo
que se presenta y las emociones que derivan de la misma, de igual forma, en
este punto ya no se pelea, no se enoja, no se lamenta ante lo vivido, ni por
las decisiones tomadas, sino que simplemente se asume como parte de la realidad
existencial que en ese momento se está viviendo, con la salvedad que cuando se
llega hasta esta parte del camino se está produciendo un crecimiento interno,
que al hacerlo consciente se pueden sacar aprendizajes para contar con mayores
herramientas cuando presenten nuevos episodios de soledad llevándolo de una
manera adecuada y enriquecedora.
De igual manera, me gustaría
resaltar que aunque llegamos a la aceptación no se traduce que no sentiré la
tristeza y cualquier sensación o sentimiento negativo, sino que se
experimentara de manera menos intensa, al punto que es tal el grado de
aceptación que la satisfacción de vivir la soledad es tan grata que daremos
gracias Dios por haber vivido esta experiencia aun cuando desde el primer
momento no la queríamos, por lo tanto mis hermanos no le saquemos el cuerpo a
la soledad sino que cuando llegue dialoga con ella, siéntela, disfrútala y sácale
el mayor provecho porque la misma te puede hundir al abismo si te quedas
continuamente en ella, pero si te lo propones desde la voluntad y conciencia te
puede conducir a un crecimiento integral inimaginable.
Ronald Valera: R.V
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