Este año, Bolivia, un país que me acogió con amor, está atravesando
por una situación política compleja producto de la renuncia del expresidente Evo Morales y los conflictos recientes que
están siendo investigados porque no existe un representante directo, mientras
que todos los actores políticos involucrados se acusan como auspiciadores de la
violencia; lo cierto es que, en el orden constitucional, Jeanine Añez asumió la
presidencia tras la renuncia de la presidente de la Asamblea Legislativa y del
presidente del Senado.
Aunque el MAS y otras organizaciones nacionales e internacionales se pronunciaron en contra de la proclamación de Añez como presidente de Bolivia, el Tribunal Constitucional del Estado Plurinacional validó tal sucesión dando inicio a una administración que se ha caracterizado en pacificar la nación boliviana, en dialogar con los diversos actores políticos y en depurar -otros dirán pulgar- el aparato público de funcionarios corruptos o del personal que devengaba un sueldo para cumplir funciones del partido político de la anterior gestión. En el poco tiempo que tiene el nuevo gobierno, existen indicadores que corroboran el cumplimiento de lo mencionado anteriormente; sin embargo, desde otras posturas políticas no lo ven así, a nivel nacional e internacional quieren vender la imagen de una administración golpista que persigue la disidencia -en este caso al MAS-, con una visión extrema de derecha fanática, cosa que no es verdad -me puedo equivocar pero recuerden que vivo en Bolivia-.
Aunque el MAS y otras organizaciones nacionales e internacionales se pronunciaron en contra de la proclamación de Añez como presidente de Bolivia, el Tribunal Constitucional del Estado Plurinacional validó tal sucesión dando inicio a una administración que se ha caracterizado en pacificar la nación boliviana, en dialogar con los diversos actores políticos y en depurar -otros dirán pulgar- el aparato público de funcionarios corruptos o del personal que devengaba un sueldo para cumplir funciones del partido político de la anterior gestión. En el poco tiempo que tiene el nuevo gobierno, existen indicadores que corroboran el cumplimiento de lo mencionado anteriormente; sin embargo, desde otras posturas políticas no lo ven así, a nivel nacional e internacional quieren vender la imagen de una administración golpista que persigue la disidencia -en este caso al MAS-, con una visión extrema de derecha fanática, cosa que no es verdad -me puedo equivocar pero recuerden que vivo en Bolivia-.
La respuesta para buscar una salida a esta situación es simple:
realizar elecciones libres y creíbles, que ya se están organizando -resaltando que
el MAS participará aunque fue el partido que organizó el fraude del 20 de
octubre de 2019-; otro paso sería que exista un solo frente democrático como alternativa al antiguo gobierno que
estuvo 14 años, en este punto no se ha logrado avance, sino todo lo contrario
porque cada día surgen más candidatos. Pero, para este texto me centraré en la
candidatura de la actual presidenta que, desde mi perspectiva, NO ES ASERTIVA porque se criticó por
mucho tiempo al expresidente Morales que tenía ventajas desde su posición en
comparación con otros candidatos para hacer campañas. Añez como actual dirigente
lo puede hacer, varios de sus ministros la quieren mostrar como la única que
puede salvar a Bolivia, lo mismo se decía de Morales y vimos que Bolivia aún
sigue andando después de que dejó de ser presente. Otra situación que es
preocupante es la depuración del Tribunal Supremo Electoral, la sustitución de
funcionarios públicos, jueces y fiscales por otros -esperemos que no sean
corruptos-, que no sabemos si serán leales a Añez o a Bolivia; en todo caso, lo
ideal hubiese sido que no se lanzara de candidata porque con ese ejemplo
demostraría que actuaba para restaurar la democracia y no para obtener el poder
aunque le llegó de manera fortuita.
Con todo y su errores, no menosprecio de las acciones de Añez, lo
que me angustia es que con su postulación para las elecciones del 3 de mayo del
2020 eclipse su gestión, como puede ocurrir lo contrario: que gane las
elecciones y pueda seguir restaurando la democracia en Bolivia, que en los
últimos seis años dejaba mucho que desear siendo yo soy el equivocado.
Por: Ronald Valera |valera.ronald99@gmail.com
Redes: @Ronald909Ronald1 @ALBERTORONALD
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