En esta
época de Navidad que se conmemora el nacimiento de Jesús de Nazaret,
concebido por muchos como hijo de Dios, estoy acostumbrado a hacer una
reflexión de todo lo transcurrido durante el año. De ante mano confieso que soy
creyente de Jesucristo, que es mi modelo a seguir dentro de la religión
católica a pesar de las situaciones que en ella se presentan. Expongo estas
líneas desde mi experiencia humana,
así que también pueden ser de gran ayuda para mis hermanos agnósticos, ateos o de
otras religiones.
Este año he
avanzado en muchos aspectos de mi vida, he retrocedido en otros y he vivido un
torbellino de emociones. A causa de ello, me he dado cuenta de una cosa: lo que
pensé en un momento imposible, en otro
se volvió posible. Como creyente pienso que es providencia del Señor que se
hace presente en su divinidad, sin embargo, al profundizar en ese hecho, me doy
cuenta de que fui dando pasos o, como me gusta llamarlo, he ido generando las condiciones para que en
un momento dado, las circunstancias sean favorables para lo que elijo y quiero,
reconociendo en mi vida lo que expresa San Ignacio de Loyola: “Poner todos los medios como si dependiese de
uno, pero confiando totalmente en Dios, porque todo depende de Él”.
Los seres
humanos al hacer un recuento de lo vivido en un tiempo determinado, debemos
hacerlo de manera equilibrada: ver lo positivo (avances, logros, metas) y lo
negativo (errores, desvíos del camino, derrotas), porque son un todo que hacen la vida dinámica. Al hacer ese
ejercicio no lo hagamos como una costumbre, sino con la intensión de tener consciencia
de aquello que debemos transformar para tener otros resultados, con la
finalidad de alcanzar una vida plena y feliz.
Los invito
mis amigos y hermanos a tomar consciencia de todo aquello bueno, maravillo y
beneficioso que tenemos en la vida, reflexionemos sobre los medios y las condiciones
que fuimos creando para llegar a cosechar esos frutos confiando en Dios (en el
universo, la energía o la buena vibra como la queramos llamar), que nos dará el
empujón necesario para ser feliz y pleno… “porque
no hay imposible para Dios” (Lc 1,37).
Por: Ronald
Valera | valera.ronald99@gmail.com
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Palabras
clave: Dios, reflexión, experiencias, creencias.
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