Estas dos últimas semanas he
estado ausente para reflexionar sobre qué escribir, una idea que se fue
gestando es sobre las obras que hacemos para los otros en muchos casos van
acompañadas de amor, pero a veces no de la calidad necesaria en honor a los
destinatarios, muchas acciones de caridad no son remunerables por lo cual los
voluntarios pueden hacerla como mejor les parezca o según los tiempos que le
sobran, que desde mi perspectiva no es lo más adecuado.
Partiendo de lo antes planteado,
las personas que realizan las actividades en beneficio del prójimo deberían de
tener la conciencia de accionar con la mejor calidad posible, sin importar que
el lugar donde se desarrollen presenten carencias materiales o el nivel
educativo y cultural de los destinarios sea bajo como consecuencia de diversos
factores entre ellos la pobreza; se puede pensar que los beneficiarios con
cualquier cosa se conformarían, pero estoy convencido que cualquier obra de caridad
ha de ser DE CALIDAD la cual llegara a las personas vulnerables atinando
a sus necesidades, además, utilizar los recursos que se disponen de manera
eficaz y eficiente.
De igual forma, debemos
reconocer que no es fácil conseguir esta conciencia en los voluntarios que con
libertad brindan su tiempo y cariño en hacer trabajos no remunerados para otros,
pero si debemos estar atentos que no se traduzca en que lo hare de cualquier manera porque no me pagan, es un dilema
que lo que estamos en el mundo de la acción social debemos sobrellevar, un
reconocimiento o incentivo económico es necesario, pero quizás la recompensa
mayor está en la satisfacción de servir al prójimo, pero sobre todo es nuestro
deber despertar la conciencia de dar lo mejor de mí con acciones sociales de
calidad…
“ALCANZA
LA EXCELENCIA Y COMPARTELA”
San Ignacio de Loyola
Ronald Valera; R.V
Valera.ronald909@gmail.com
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